«Cuando dejo ir lo que soy, me convierto en lo que podría ser.»
– Lao-Tse –
¿Qué eres?
Bueno, eso depende de a quién se lo preguntes. Para tu amigo o amiga quizá seas una persona honesta, cariñosa y sensible en quien se puede confiar. En tu trabajo quizá no vean tu sensibilidad, sino tu eficiencia y capacidad de decisión. Tu padre o madre seguramente te vean de una manera. Tus hermanos, quizá, de otra. Tú, seguramente, tengas tu propia idea de cómo te defines. ¿Eres todo eso?¿Eres parte?
Pensamos entonces que puede existir una definición específica de quiénes somos, y en ocasiones nos engañamos creyendo que dicha imagen es creada por nosotros mismos, cuando en realidad en general nos importa mucho más «cómo nos ven» que «cómo nos vemos». Me gusta mucho la manera en que esto se ve representado en la siguiente frase que es, de hecho, un trabalenguas:
No eres quien piensas que eres.
No eres lo que otros piensan que eres.
Eres lo que piensas que los otros piensan que eres.
Puede ser que en ocasiones la mayoría de la gente y tú estén de acuerdo en alguna de las cosas que te definen como persona. Y recalco la palabra «mayoría», porque en general siempre hay alguien que piensa diferente. Estas definiciones, por positivas que a veces aparenten, nos fijan de determinada manera y hacen que todo lo que hagamos, en cualquier contexto, sea visto siempre a la luz de esta definición. De una manera muy sutil (y a veces no tanto) nos definen de una manera específica de la que en general se hace difícil salir. No todo es bueno todo el tiempo. A veces ser sensible es lo apropiado. A veces ser expresivo es lo apropiado. A veces, no.
«Dejar ir lo que eres» propone Lao-Tse, para poder convertirse en lo que «podría ser». Muchas veces este concepto es mal interpretado. ¿Significa que si soy una persona honesta debo dejar de serlo?¿Sólo aplica a aquello que podemos considerar «fallas de carácter»? No lo creo.
«Dejar ir», especialmente en el contexto de nuestra práctica, significa «soltar», no «deshacerse de». Supón que tienes encerrada en tu puño una mosca. Deshacerse de la mosca puede significar apretar aún más el puño y matarla, o abrir el puño y arrojarla lejos. «Soltar», sin embargo, es lentamente abrir la mano: la mosca puede alejarse, o no. Puede caminar por la palma de tu mano, detenerse, observar… y quizá volar. O quedarse. Lo mismo ocurre con «quién eres». Puedes cerrarle el puño a tu supuesta identidad, creada por ti y por los demás… o abrir gentilmente la mano y, momento a momento, observar con genuina curiosidad aquello que ocurre.
Recibe esos textos y más todas las semanas en tu casilla de correo. ¡Suscríbete!