Uno de los problemas mas serios que se plantean actualmente a la sociedad del mundo moderno, y muy especialmente en este tiempo de pandemia del COVID-19, es que estamos consumiendo información de la misma manera que el alimento: Mucho, desordenado y de muy baja calidad.
Recordemos lo que ocurría en la época de nuestros abuelos, donde no existían las tiendas de conveniencia, kioscos, máquinas dispensadoras de gaseosas o golosinas, o para el caso, los smartphones, internet o un millón de películas al alcance de nuestro control remoto o iPad. Había entonces un espacio para cada cosa, simplemente porque la comida (chatarra o no), no estaba disponible todo el tiempo en cualquier lugar, y la información (chatarra o no), tampoco. La analogía es válida: informarse a las 15:23, 15:35, 15:57 (entienden a lo que me refiero ¿verdad?) en un fugaz paneo por el portal de noticias de nuestra preferencia, o de que a un «amigo» «le gusta» que una persona que no conocemos subió al Facebook una foto de un cumpleaños via Zoom al que no nos invitaron, no es muy diferente a cinco minutos mas tarde (y con el smartphone en la mano) de manera compulsiva abrir un paquete de patatas fritas cuando de hecho ya teníamos uno abierto y ni nos dimos cuenta. Información chatarra. Comida chatarra.
Uno de los problemas mas serios que se plantean actualmente a la sociedad del mundo moderno es que estamos consumiendo información de la misma manera que el alimento: Mucho, desordenado y de poca calidad.
Si nos detenemos a pensar en la cantidad de estímulos que recibimos durante el día, especialmente en el ámbito laboral, vamos a caer en cuenta que la situación es como mínimo, preocupante. El punto es que la información está allí como aquella famosa bebida Cola: disponible. Somos nosotros que deliberada y compasivamente «necesitamos» consumirla.
Las tres máquinas expendedoras de información más importantes en el trabajo (y en casa) son el correo electrónico, los portales de noticias y las redes sociales. De una manera más sutil pero no menos invasiva, lo mismo ocurre con las apps de películas y música. Vivimos enganchados. ¿Abres y lees tu correo antes de desayunar? Me hace acordar a un amigo que tenía un paquete de cigarrillos sobre la mesa de luz. Fumar, o chequear el correo electrónico antes de lavarse los dientes es un buen indicador de que debemos revisar nuestro nivel de ansiedad.
Y así, seguimos necesitando saber. ¿Cuántas veces por día miramos nuestra cuenta de Facebook? ¿Cuánto tiempo pasó entre la última vez que revisaste la portada del diario online? Ya no existe un espacio claro y definido de «desayuno, almuerzo y cena» en lo que respecta a la información. Genera estrés el solo pensarlo.
No vamos a rasgarnos las vestiduras tampoco, digamos que no es sólo culpa nuestra. Al igual que con los cigarrillos o comida chatarra, hay toda una industria detrás del crearnos ese «vacío» manipulando la constante sensación de que nos falta saber algo mas, pendientes de saciarnos de calorías informativas. Nosotros mismos impulsamos al de al lado a que responda de inmediato a nuestros estímulos.
Qué importante es no confundir «saber exactamente todo lo que está ocurriendo en este preciso instante» con el estar «aquí y ahora». Nada mas diferente, porque ese cosquilleo que sentimos permanentemente y que nos lleva a ver los correos cada dos minutos, leer el diario online o chequear Facebook o Twitter nos saca del foco de lo que realmente está pasando frente a nuestras narices y que debería llevarse nuestra total atención. Ansiedad informativa y estar «aquí y ahora» son justamente lo contrario: la ansiedad de conexión digital nos «saca» del aquí y ahora.
Seguramente a esta altura todos reconocemos el problema, pero ¿cómo llevamos a cabo una «dieta de información»? ¿Cómo incorporamos data saludable y en tiempos moderados? Algunos puntos a tener en cuenta:
Correo electrónico:
- No chequear el correo como primera actividad de la mañana, ni hacerlo como última actividad de la noche.
- No tener el correo siempre abierto.
- Quitar los avisos sonoros que nos alertan sobre la recepción de nuevos correos.
- Revisar el correo en intervalos regulares y preestablecidos, o si realmente es necesario. Cuando chequeo correos, chequeo correos. No hago otra cosa.
- Tomar acción inmediata cuando le dedicamos un momento a la lectura de correos: Contestar inmediatamente lo que se pueda contestar, borrar de inmediato lo que no sea relevante, catalogar de «pendiente» (en una carpeta a tal fin) si no lo podemos resolver en ese momento y archivar lo que ya no es útil pero puede servir de referencia mas adelante.
La «bandeja de entrada» debería ser eso, un espacio de correos que acaban de arribar. Como cualquier otro espacio a nuestro alrededor, mantenerlo ordenado y siempre vacío (si seguimos al pié de la letra el punto anterior, no es demasiado difícil).
Portales de noticias:
- Dedicarle un tiempo concreto a leerlos, como solíamos hacer con el diario de papel.
- No tener el portal siempre abierto.
- Considerar la regla de oro: Si es realmente importante, seguramente te vas a enterar de todas maneras.
Redes Sociales:
- Es lo mas difícil, porque en su ADN las redes sociales fueron concebidas para mantenernos pendientes de ellas todo el tiempo posible… el punto es determinar «quién domina a quién» de ahora en más. Lo sé, fácil decirlo.
Como con los correos, no chequear el Facebook, Twitter o lo que nos gobierne como primera cosa de la mañana o última de la noche. - No mantener la red siempre abierta y tentadoramente disponible.
- Deshabilitar los avisos (gráficos en pantalla y especialmente los sonoros).
- Buscar dos o tres momentos concretos en el día para, de manera consiente y 100% presente, interactuar con las redes sociales (aquí y ahora me conecto en Facebook, y eso es lo que hago). Nadie nos va a extrañar por no haber recibido nuestro «me gusta» inmediatamente, no nos preocupemos.
Estar constantemente pendientes de los acontecimientos cibernéticos, del último post, correo o «me gusta», realmente nos quita foco y energía terminando finalmente obesos de información irrelevante y sin ánimo de realmente enriquecernos de los datos que sí son importantes. Pero a no hacer una dieta relámpago de esas que no sirven para nada y al mes terminamos consumiendo el triple de Facebook que antes: concentremos el momento de informarnos de manera gradual, comenzando de a poco y haciéndolo medio por medio.
Y ahora, a publicar esta nota en Facebook.