«La felicidad no es una cuestión de intensidad, sino de equilibrio, orden, ritmo y armonía.»
Thomas Merton (1915-1968) escritor católico, monje y místico estadounidense.
Una de cal y otra de arena. Esta frase, muy conocida en varios países de habla hispana, hace referencia a que la vida en general nos presenta situaciones buenas y malas, felices y tristes, simples y complejas… una de cal, y otra de arena.
Lo que encuentro revelador en esta frase es algo que surge de su significado. Nos referimos a “una de cal y otra de arena” porque esta mezcla es la necesaria para hacer la argamasa, un material imprescindible en la construcción. Las cantidades para conseguir la textura y consistencia adecuada para este componente son muy precisas y en su justa proporción: un material que une (cal) por otro que da estructura (arena) para lograr una mezcla ideal para la construcción.
Una mezcla ideal para la construcción: Una de cal y otra de arena. Una sonrisa y un llanto, algo fácil y algo difícil, un logro y una pérdida. Sea lo que estemos construyendo, parecería ser ésta la combinación adecuada con la que lograr la mejor argamasa.
Nos encontramos en la época del año en que solemos hacer un balance, observando cuántas de cal y cuántas de arena tuvimos en este último período del calendario de nuestra vida. Partimos usualmente de una sensación general para luego profundizar en lo particular, y así observar qué (o cómo) queda el supuesto resultado… el balance.
Y es en ese análisis que deberíamos detenernos a recordar que la más firme argamasa para la construcción se compone de una mezcla adecuada. Que ambos, la cal y la arena, son fundamentales en la estructura de quiénes y cómo somos, de lo que ocurre y cómo ocurre. En ese balance a veces sentimos que lo ideal sería que todo fuese mayormente cal, o todo arena. Lo vemos desde nuestra limitada perspectiva de cómo son las cosas y concluimos “ojalá que el año que viene sea todo cal (o arena)”. Nos olvidamos que ambos son fundamentales en un proceso de construcción y madurez personal. Un perfecto balance entre cohesión y estructura.
Todo lo que acontece en nuestra vida es importante y forma parte de la estructura de la realidad en que vivimos. Es por ello que al hacer un balance debemos mirar con curiosidad y aprecio cada acontecimiento, cada momento y situación que hemos vivido durante el año. Cada parte de cal, y cada parte de arena. Ambas son importantes, y quizá puedan unirse para transformarse en el regalo que significa el maravilloso potencial de ser transformados.

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