«Dentro de ti existe una quietud y un santuario al que en cualquier momento te puedes retirar para ser tú mismo.»
– Hermann Hesse –
La frase de Hermann Hesse me recuerda a una historia maravillosa que me conmueve cada vez que la vuelvo a leer u oír:
Mientras Siddhārtha caminaba con la congregación, señaló el suelo y dijo: «Este lugar es un buen lugar para construir un santuario».
Indra, el emperador de los dioses, tomó una brizna de hierba, la clavó en el suelo y dijo: «El santuario está construido»
Siddhārtha sonrió.
Cuando pensamos en un santuario, en general imaginamos un espacio al que vamos para reflexionar, un lugar donde podemos ir y recluirnos para meditar, orar o simplemente permanecer en calma y seguros. Los santuarios son un espacio de introspección y refugio que nos permiten tomar contacto con la profunda intimidad de quienes somos como seres humanos. Por siglos se han construido santuarios en diferentes rincones del mundo, y en general, toda persona es bienvenida a ingresar en ellos sin importar filosofía, credo o posición.
Podemos viajar kilómetros o encontrarlos a la vuelta de la esquina. Pueden encontrarse lejos o cerca. Sin embargo, Indra toma una brizna de hierba, la clava en el suelo allí donde está, y proclama «El santuario está construido». No da un paso más. No busca un lugar especial. No espera a otro momento. El santuario se erige allí mismo, en ese preciso lugar de espacio y tiempo donde Indra se encuentra en ese instante. Siddhārtha lo comprende, y sonríe.
Como Indra, no tienes que ir más lejos que allí donde estés para «construir tu santuario». Tu hogar, el espacio donde vives, puede ser tu santuario. Donde se encuentra tu familia, tus amigos, tus compañeros de vida puede ser tu santuario. En soledad o en compañía, si logras hallar aquí y ahora la íntima conexión que existe contigo y los demás, si puedes encontrar refugio en tu interior para reflexionar, sanar, fortalecerse, en cualquier lugar y momento donde estés, en la dicha y la dificultad, allí se encuentra tu santuario.
Simplemente toma una brizna de pasto, clavala en el suelo y di «El santuario está construido».
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