«Una consciencia tranquila te hace fuerte.»
– Ana Frank –
Hacer lo correcto. Actuar conforme a aquello que es sabio y dentro de las normas de la ética y la moral, son en general los parámetros con los que definimos la capacidad o posibilidad de tener «una consciencia tranquila». La tranquilidad de consciencia surge cuando en lo mas profundo de nuestro ser sabemos que hemos actuado de manera justa y apropiada.
La palabra en español «moral» y sus derivados sugieren sin embargo un sentido de obligación y restricción bastante extraño a la concepción budista de la moral («sila» en el idioma Pali). Esta connotación tiene probablemente su fundamento en el trasfondo teísta de la ética occidental. El budismo, con su marco no-teísta, basa su ética no tanto en la noción de obediencia, sino en la de armonía. De hecho, varios textos explican la palabra «sila» utilizando otra palabra, «samadhana», que significa «armonía» o «coordinación».
La fuerza que proviene entonces de una consciencia tranquila no lo hace tanto de saber que hemos «obedecido» o nos hemos «restringido» sino de nuestra capacidad de percibir la profunda armonía que se genera cuando actuamos dentro de lo que entendemos como la ética y la moral. Es la sensación de estabilidad que produce dicha armonía lo que nos hace fuertes, ya que la fuerza se encuentra en el equilibrio, y no fuera del mismo.
Cuando nuestra relación con la moral se convierte en un estado de restricción, de obligación y escasez, la energía necesaria para sostener dicho estado nos debilita física, psíquica y emocionalmente. Nos quita fuerza. Cuando la relación con «sila», aquello que es justo y correcto, se basa en la apertura, la armonía y la coordinación, la energía fluye hacia y desde nosotros generando una capacidad de fuerza infinita.
Haz el bien siempre. Evita el mal siempre. Tendrás una consciencia tranquila… y esto te hará fuerte.
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